A lo largo de estos dos años desde el
encuentro con los Cullen, he estado pensando en la pequeña de Edward y Bella y
es que cuando la vi me quedé maravillado con ella, con Renesmee, cuando ella me
puso su mano en mi mejilla en el encuentro, pude ver todos sus recuerdos, lo
preocupada que estaba por lo que le podía pasar a su familia, amigos, a ¿Jacob?
Y a ella, y sus pensamientos que eran tan inocentes y buenos, propios de una
niña de su edad pero en este caso los que ella aparentaba, pues por lo que me
enteré su crecimiento y mentalidad son acelerados.
Le había cogido tanto cariño y aprecio,
algo en ella me hizo recordar a mi hermana, a la que desde que me convertí en esto, en un ser
supremo, en un ser inmortal, nunca más la volví a ver, ya habían pasado varios milenios
y siglos que era obvio que ya no
existiera, pero algo en mi me decía que había esperanza lo cual es lo más
extraño porque ella era humana, no había forma de que aun siguiera con vida, a
menos que…..no, no imposible.
Ella era tan bonita, tan perfecta su
único defecto era la avaricia, siempre quiso tener más y mas, para ella nada
era suficiente, en eso se parecía a mí.
Agatha, ese era su nombre, no supe mas
de ella desde que se escapó de casa justo un año antes de mi conversión.
A Didyne nunca la quise como hermana, al
menos no como quise a Agatha, la convertí solo porque pensaba que su don me iba
a ser útil, pero no fue así, luego vi que estaba comenzando a ser una
amenazada, pues estaba alejando a Marcus de mi lado y eso no me convenía, así
que no tuve más opción que matarla, le ordené a Chelsea que ejerciera su don en
Marcus para que sienta lealtad hacia mí, después de esto no era el de siempre
pero en realidad eso poco me importaba.
Ahora estaba Renesmee, que aunque no
logré convencerla con lo que le dije antes de que se fuera pero seguro algo
pude sacar provecho, y es que en todo este tiempo intenté acercarme a ella pero
no pude porque siempre estaba con ese perro, si con él, aunque me lo hayan
ocultado muy bien igual pude descubrirlo y es que a mí nadie me engaña, ese era
uno de los lobos que estaban en el encuentro, quizás y fue el mismo que tenía
en su lomo a la pequeña ese día, lo que me impresionó de esto es que no sabía
que ellos también podían ser humanos, lo cual me despertó el interés hacia
ellos, tal vez no estaría nada mal tener unos cuantos de ellos sirviéndome en
la guardia.
Me encanto verla por segunda vez,
también de cuando las miradas de ella y de Demetri se intercambiaron, no fue
una mirada normal y es que una vez más Chelsea actuó ahí, pensé que tal vez eso
me ayudaría, sería como un punto a mi favor, solo procuré de que nadie supiera
de que ella se encontraba en ese momento ahí.
Los días fueron pasando, alrededor de
ellos pude observar la convivencia que iba creciendo de Renesmee con Alec y
Demetri, les había pedido que trataran de llevarse con ella, así pude crear
otro acercamiento, claro que a Jane no le resultó fácil pero pude notar el
intento que hizo.
Cuando ejercí mi don en el lobo, pude
ver en sus recuerdos y pensamientos algo muy grande y poderoso que estaba
relacionado con Renesmee, era como una fuerza que los unía, algo completamente
inexplicable, entre ellos había una conexión irrompible, me fije en la mirada
tan especial que tenía el hacia Renesmee, su forma de cuidarla, de protegerla
era única.
Les había regalado un pequeño presente a
cada uno, fue como para agradecerles la visita,eran unas cadenitas que tenían
de dije un diamante, solo que la de Renesmee era especial, me había encargado
de que el diamante de ella fuera el más hermoso, por lo que el Joyero de
Volterra me había dicho sabía que era una piedra muy especial que la
diferenciaba de las demás, lo cual desconocía la razón.
Como en ningún momento pude hablar a
solas con ella, aproveche que a ella se le habían quedado unos muñecos de
madera para hablar aunque sea unos cuantos minutos con ella.
Con todo lo que le había dicho solo
quería que supiera que contaba con mi sumo apoyo en todo y que estaba todo a
sus órdenes, quería me tome como un amigo o más aun, como un tío.
Ojalá que el abrazo que le di haya
ayudado y es que el sacrificio que hice al dárselo fue muy grande, la verdad
desconocía la acción de abrazar, nunca a nadie le había dado uno y no recuerdo
haberlo hecho en mi vida humana, pero tenía que de alguna forma demostrarle que
lo que le había dicho no era una mentira.
Pero sea como sea iba encontrar la
manera para ser que ella viniera de nuevo a Volterra o lo que mejor sería para mí,
irla a visitar.
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