"Cuando el amor esta oculto y hay que encontrarlo".

sábado, 10 de agosto de 2013

Capítulo 10: La Push


Punto de Vista: Renesmee

La conversación había quedado inconclusa, así que pronto iban a volver al mismo tema, tan solo esperaba que ese “pronto” estuviera lejos, porque no quería volver a escucharlo aunque sea solo por un buen tiempo. En fin…
Había quedado con Jake en ir a la Push, la verdad es que hace tiempo que no veía a los metamorfos -como los suele llamar mi papá- a causa de todo lo que había pasado y ya los estaba comenzando a extrañar muchísimo. Eran mis únicos amigos y siempre me divertía estando con ellos, me encantaba ir  a casa de Emily la cual me esperaba con unos deliciosos panecillos que tan ricos siempre les quedaban pero los que siempre se los terminaban comiendo eran Jake y Paul, bueno en realidad, todos.
-¿Ya estas lista?-me preguntó Jake, Fui primero a la cabaña de mis padres porque tenía que arreglarme ya que aun había estado con la misma ropa de ayer.
-Si-asentí también con la cabeza.


Pasamos primero por casa de Jake para dejar estacionado el golf de él e ir a saludar a Billy, quien ya nos esperaba al pie de la puerta, él emitió una sonrisa al verme que yo también se la correspondí. Siempre se ponía contento cada vez que venía, desde que era pequeña y las veces que he venido a visitarlo, se podía decir que, me esperaba con una gran sonrisa. Me divertía mucho con él también, cada vez que venía me contaba historias interesantes sobre los antepasados quileutes.
Entramos a la humilde morada en esta no nos quedamos mucho tiempo porque como había dicho, solo hice que Jake pasara por aquí para saludar a Billy.
Luego nos dirigimos a casa de Emily, tal como estaba planeado.
-Ness, que sorpresa verte de nuevo por aquí- exclamó Seth al verme, junto a él venían Embry y Jared.
Además de Jacob, Seth siempre ha estado conmigo desde que había nacido, era como otro hermano para mí, me divertía mucho con él también, cada vez que venía me contaba historias interesantes sobre los antepasados quileutes.
-Buenos días Billy- dije saludándolo con la mano.
-Hola pequeña-dijo mientras nos acercábamos a él.
Entramos a la humilde morada.

No nos quedamos ahí mucho tiempo porque, como había dicho, solo había hecho pasar a Jake por aquí para saludar a Billy y él por su parte dejar estacionado el carro aquí, ya que, era placía caminar esta linda tarde en la Push.
Luego nos dirigimos a casa de Emily.
-Ness, que sorpresa verte por aquí- exclamó Seth mientras caminaba hacia nosotros. Junto a él venían Embry y Jared.
Además de Jacob, Seth siempre ha estado conmigo desde mi nacimiento-era como otro hermano para mí- me divertía mucho junto a él también.
-Hola chicos- les dije a los tres metamorfos que se nos acercaban.
-¿Cómo han estado?- les pregunté.
-Pues, han sido días interesante- dijo Seth.
-Vamos, los demás nos esperan haya adentro.
Pasamos al interior de la casa donde ya nos esperaba la siempre servicial Emily con sus deliciosos panecillos, tal como lo había predicho.
-Hola Ness, que bueno es verte por acá- me dijo ella.
-Gracias- dije sonriéndole.
Al entrar completamente a la casa me fije que ahí se encontraba la dulce Claire, que a sus cuatro años de edad ya era una niña muy inteligente y siempre bonita, no te podía imaginar lo dulce y tierna que era con todos o todo lo que era capaz de hacer o pensar. Era simplemente una niña súper increíble y hermosa.
Como ya era de esperarse junto a ella estaba Quil. Jake me había contado hace unos mese la tan fuerte relación que los unía, según Jake era algo tan fuerte que te era imposible alejarte de esa persona, y tu adoración hacia ella es enorme, a eso lo llamaban im….pri impri… ¿imprisión? Bueno… como sea que se llamara eso. El punto era que eso era lo que los mantenía así de unidos a Quil y a Claire. Pero yo siempre había creído que era una extrañan enfermedad que le daba a estos chicos.  
-Nessie, te estábamos esperando- me dijo Quil desde el asiento de la pequeña mesa del comedor, al parecer le estaba dando de comer a la pequeña Claire.
-¿Enserio?
-¿Quieres un panecillo?- me ofreció Emily.
-Claro, gracias.
Emily me sirvió el delicioso panecillo-que por cierto- se lo veía tan apetitoso….
No habia descubierto cuanto había hechado de menos a estos chicos hasta ahora, y es que, había olvidado lo fácil que lograban ver la vida a pesar de todo sus problemas, se notaban sus despreocupaciones.
Eran tan increíbles siempre te sacaban una sonrisa.
Y como era de esperarse la comida se acabo en un dos por tres.
-Ness ¿Quieres ir a la playa?- me preguntó Jake.
-Bueno- acepté.
-Nosotros también nos apuntamos- dijo Quil que con eso se refirió a Claire y a él.
-Claro, pueden ir con nosotros- les dije.
Hoy no era un día soleado pero también echaba de menos caminar por la cálida arena de First Beach y veía esto como una oportunidad para hacerlo.

Al llegar a la playa lo primero que hice fue descalzarme y sentir el verdadero placer de caminar sobre los tan familiares y acogedores granos de arena que poseía esta gran playa.
Veía como las poderosas olas chocaban fuertemente contra unas rocas ubicadas en la orilla, en los demás espacios planos ellas se esparcían en la arena mojándola y dejando espuma en ella, luego se iban de regreso contra la corriente.
Claire se soltó de la mano de Quil y se fue corriendo hacia las rocas para coger unas cuantas piedritas que estaban a su alrededor, y como ya era de esperarse Quil fue tras ella.
A Claire le fascinaba por algo extraño las piedritas, Jake siempre me contaba que cada vez que Quil la traía acá ellos no se iban sin antes llevar una bolsa llena de piedras que la pequeña las había visto bonitas y que por alguna extraña forma le atraían.
En el camino nos cruzamos con dos chicos, los cuales eran altos, uno tenía el pelo negro que le daba a la altura de los hombros, el otro tenía el pelo de color café de la misma altura que el otro, se notaban que tenían un buen estado físico, llevaban puesto solo unos desgastados vaqueros.
-Te podrías quedar un minuto aquí?- me pregunto de repente Jake, soltándome de la mano y yendo en dirección a ellos, yo solo asentí y me acerqué a donde estaban Claire y Quil.
Quil también se había dado cuenta de quienes habían venido en ese momento porque rápidamente alzó su vista a ellos.
-¿Quiénes son ellos?- le pregunté mientras cogía una piedra y la depositaba en la pequeña manito de Claire.
-Son los nuevos de la manada- me decía mirando hacia donde estaban ellos y Jake- sus nombre son Ethan e Isaac.
Dirigí mi vista hacia ellos, me fije que tenían una normal charla con Jacob como si les estuviera sugiriendo algo.
-Quiero conocerlos.
-Por el momento no es buena idea que te acerques a ellos- me advirtió.
Y tenía mucha razón, ya que por lo que sabía, no era conveniente acercarse a un metamorfo durante sus primeras semanas de transformación, a menos que quieras causarte daño o tener alguna desfiguración, ya que pueden perder el control de sí mismo explotando toda la ira que llevan a dentro sobre ti.
-Esie me decoges esa pieda po favoi-me dijo de repente Claire jalándome el vestido que llevaba puesto para que la atendiera.
Yo inmediatamente se la cogí y se la dí. Y mientras esperaba a que Jake terminara de hablar con esos misteriosos chicos decidí jugar a tirar piedras al agua, sé que no era tan divertido pero por al menos llegaba a entretenerme un poco en esos momentos.
Mientras lo hacía me recordaba una de las pequeñas experiencias que había tenido en mi corta infancia y con esto me refería cuando aparentaba más o menos a la misma edad que tenía Claire ahora. En ese tiempo cada vez que Claire y yo veníamos a esta misma playa-o sea casi siempre-nos encantaba: revolcarnos en la arena, correr por todos lados sin dejar que Jake o Quil nos atraparan o meternos a la playa y tirarnos agua la una a la otra, sin duda, la había pasado bien con Claire durante mi corta infancia y se podría decir que fue mi mejor amiga en ese tiempo.
Creo que lo mejor de todo esto era que las dos teníamos dos enormes hombres lobos que andaban siempre atrás de nosotras haciendo el papel de guardaespaldas.
Quitándome de mis pensamientos y recuerdos, vi como los dos chicos se alejaban, yéndose por el mismo camino que habían venido y Jake volvía de nuevo hacia nosotros.

-¿Ellos son los nuevos de la manada?-le pregunté a Jake mientras caminábamos por la arena. Íbamos de regreso a la reservación después de estar dos horas en la playa. La pobre de Claire había caído rendida después de estar todo este tiempo sin parar por todos lados de la playa jugando con Quil quien la llevaba cargada mientras ella dormía arrimando su cabeza plácidamente en los hombros de quileute mientras él la acurrucaba en sus fuertes brazos.
-Si ¿Cómo lo sabías?
-Además de que me lo imaginé, Quil me lo contó- Jacob dio un rápido vistazo al aludido.
-Ellos son los hermanos Pears- me comenzó a decir-se mudaron a la reservación cuando comenzaron a notar el cambio-La respuesta que Jake me dio explicaba porque nunca los había visto- se integraron a la manada hace dos semanas.
-Ya lo veo.

****

Al llegar la noche me dispuse a ir directamente a la cama y Jake decidió quedarse un rato más en la casa principal seguramente para seguir jugando videojuegos con Emmett. Había terminado muy cansada con todo el largo y divertido día de hoy, la verdad, la había pasado súper bien con la compañía de mis amigos de los licántropos, tanto que terminé muerta de cansancio.
Mientras me estaba preparando para ir a la cama volví a tener esa extraña sensación de que me estaban observando. Esta sensación la he venido sintiendo desde hace mucho tiempo y todo comenzó desde mis pocos meses de nacida, había considerado la idea de decírselo a mi familia en esos tiempos pero con todo ese rollo del encuentro con el clan italiano, que tenía a todos sumamente ocupados y preocupados, decidí no decirles nada y es que lo que menos quería era darles otra cosa más en la que pensar, ya tenían suficiente con todo lo que estaba por pasar en ese entonces.
Un tiempo después saque la conclusión de que todo eso solo era producto de mi extraña imaginación, pero lo más extraño era que ya la venia sintiendo un buen tiempo, lo cual también me desesperaba porque no era nada normal sentir todo el tiempo cosas como estas y además, cada vez que sentía esa extraña sensación miraba siempre hacia atrás y lo único que veía era: nada.
Rápidamente me puse mi blusón de algodón de color negro que tenía un estampado de un particular dibujo abstracto y luego me saqué por debajo de él el vestido que me había puesto hoy, lo tiré al cesto de basura y me fui directamente a la cama, acostándome mientras me acomodaba una almohada en mi cabeza.
Cerré mis ojos esperando que el sueño llegara y al abrir mis ojos al día siguiente ver un hermoso amanecer.
Lo último que pude ver gracias a la ventana era la oscura noche
Que yacía allá fuera y la tan hermosa luna que parecía que jugaba con las estrellas que adornaban la oscura noche.
Al parecer iba ser una acogedora noche con una hermosa luna menguante.